La Golosa, todo el sabor en tu boca

Un lugar diferente en Cabo Polonio con una embarcación saliendo todos los días a juntar banderas del mundo para después descansar y hacer de mesa de los comensales que visitarán La Golosa y se dejarán abrazar por el sol durante el día o por las luces, sombras y calor del fuego que se enciende todas las tardes como un ritual cuando el sol se va despidiendo. Fuego que danza con la música que acompaña las llamas y el faro que nos ilumina cada 13 segundos. Una lengua que se extiende como alfombra roja desde la entrada al patio del restaurant y la comunica con el pequeñito salón interior: una boca como una caverna, con paredes con nichos, iluminación de velas (como es común en el Polonio) y decoración de antaño. Mesas y sillas señoriales, vajilla y cristalería de castillos se mezclan con objetos raros para la ocasión, como canillas y zapatos que hacen de servilleteros.

Un dato curioso: a esta boca se entra descalzo ya que es regla que el calzado quede en la puerta. Las luces en la cocina parecen que titilan pero es el eclipse que se forma cuando algunos de los chicos del staff se mueven delante de ellas. Es un espacio maravilloso que creó Leo, su dueño, para que sus comensales puedan disfrutar de una velada calma, meciendo una copa de vino a la luz de las velas, con una manta de brisa marina experimentando platos exóticos. Cuando llegamos a Cabo Polonio y pasamos por la puerta de la Golosa nos atrapó esa atmósfera de ensueño, de velas y fuego coronada con la melodía de Caetano Veloso. Pareciendo leer mi mente Emma dijo: acá vamos a venir a tomar un vino. Y así fue. Días más tarde Leo nos invitaba unas copas de vino mientras tomábamos fotos del lugar. Con Leo tuvimos una larga e inesperada charla sobre la historia del Cabo. Y obviamente nos quedamos con ganas de seguir hablando más largas horas. Después llegaron los días de temporada alta y con Leo nos desencontramos, así que queda una charla pendiente para nuestra vuelta. Gracias Leo!

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