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 ENTRADAS RECIENTES

Hotel La Cumbre, herencia de familia

  • Fotos & Textos MAREAVIVA
  • 21 dic 2015
  • 5 Min. de lectura

En este hotel dos estrellas de ubicación privilegiada a tan solo media cuadra de la rambla en la zona céntrica de esta ciudad, sus dueños, Ana y Miguel, son los anfitriones. Las opciones de habitaciones simples, matrimoniales, con baño privado y con baño compartido se adaptan a los presupuestos de quienes prefieren las comodidades de un hotel. El público que se acerca, además de familias habitué que año tras año regresan a pasar sus días de vacaciones, incluye jóvenes que adoran las playas calmas y se dejan cautivar por la historia de la fundación de la ciudad y su pionero Francisco Piria. El perfume de las sábanas y toallas limpias, los sillones de la galería de entrada y un desayuno de tortas caseras y rico café son un bonus track que logran que el visitante se sienta a gusto.



El matrimonio, radicado nuevamente en Uruguay luego de vivir doce años en Canadá, volvió para tomar el mando del negocio que los padres de Ana iniciaron varias décadas atrás, en la época de oro de la ciudad. “Mi mamá era recepcionista en el edificio Trieste que esta acá en la esquina, que era un hotel, y mi papá era mozo -cuenta Ana. Ahí fue cuando se conocieron. Primero lo arrendaron, después consiguieron un préstamo y lo terminaron comprando en el año 50, cuando mi hermano tenía un año. Y desde esa fecha está en nuestra posesión. Hay un período cuando yo tenía entre 3 y 7 años que lo alquilaron pero después retornamos y ahí fue pasando entre nosotros. Mis sobrinas se criaron acá adentro”. Y no solo las sobrinas. Ana nos cuenta su historia: “soy oriunda de Piriápolis, nacida acá dentro del hotel hace 53 años. A los 18 años me fui a Canadá con mi esposo y estuvimos 12 años allá, por lo tanto mis dos hijos mayores son canadienses y el menor fue nacido una vez que retornamos al país. La idea fue emigrar para hacer un futuro y en ese período mi mamá llegó a su etapa de retiro. Pero como era muy adicta al hotel antes de venderlo lo ofreció a los tres hijos. Nosotros en vez de invertir allá (en Canadá), comprar casa y ya quedarnos, vimos la opción de poder volver, de invertir acá y retornar. Hoy hace 24 años que volvimos.”



El hotel La Cumbre es una construcción que data aproximadamente de los años 40 y que no se sabe con certeza si fue construido ya con el propósito de ser un hotel o si era una casa grande que se fue adaptando. Son dos plantas con capacidad para 30-35 personas en habitaciones matrimoniales, dobles, triples o cuádruples, con baño compartido o privado. “Para mí era una casa de muchas habitaciones que la deben haber transformado. O capaz que se usaba así, porque antes era muy común lo del baño compartido, hacías un par de habitaciones con dos baños y ya está. En la época de mi madre eran baños compartidos, hoy en día no, por eso la gente se siente cómoda. Cuando nosotros volvimos tratamos de hacerles baño privado (a las habitaciones). Algunos quedaron muy chiquitos pero era la única forma de poderle adaptar un baño. Hay tres habitaciones que nos quedaron sin baño privado entonces lo que hicimos fue dos de ellas unirlas con el baño y la otra tiene un baño bien pegadito. Y al bolsillo hace la diferencia. Con eso que te estas ahorrando ahí comiste. En invierno no las habilito, porque en verano estás afuera, vas a la playa volvés solo a dormir. En invierno le das más uso a la habitación”.



Según el tiempo pasa, las costumbres de las sociedades van mutando, movimiento que también se refleja en la forma de vacacionar. “Lo que ha cambiado entre la época de mis padres y hoy en día es que en la época de mis padres la gente alquilaba una casa por diciembre, enero y febrero como si nada –analiza Ana. Hoy en día las casas se alquilan como mucho por quincena, o sino por día. Antes, en la época de invierno vos no trabajabas absolutamente nada y podías cerrar. Hoy en día un fin de semana largo lo trabajás, un fin de semana de sol lo trabajás porque la gente de Montevideo le escapa un montón al estres. Cuando recién llegamos los domingos veías los restaurants llenos y era gente que se venía por el día. Venía solamente a comer, a tomar un poco de aire y se volvía. Hoy porque la nafta es cara y por los peajes se ve menos, pero se ve. “Hoy en día es difícil alquilar las habitaciones cuádruples, para cuatro personas ya buscan una casita. Son pocas las parejas que todavía tratan bien a la mamá y la traen a un hotel, comúnmente la llevan a una casa. Si bien hay diferencia de plata también hay diferencia de lo que hacés –resalta la anfitriona. En una casa tenés que limpiar y cocinar. Vos acá sabes que venís solamente a descansar. Sabes que te van a hacer la habitación, a dar el desayuno y salís a comer, que eso es lo que se está complicando. Entonces una habitación triple la terminamos alquilando para matrimonios y la cuádruple también.”


Lo mismo sucede con el servicio de comida ofrecido dentro del hotel. Ana recapitula: “en un principio tenía pensión completa que es lo que se usaba en esa época: daban desayuno almuerzo y cena. Pero en el 72-73 empezamos con la media pensión porque la gente que almorzaba no cenaba y la que cenaba no almorzaba. Y la que desayunaba muy tarde ya no almorzaba y venía directamente a cenar o al revés, la que madrugaba y desayunaba muy temprano almorzaba pero después a la noche comía algo livianito”. El tiempo pasó y el cambio se acentuó aún más: “Cuando lo tomamos nosotros ya era solo desayuno -explica Ana. Mis padres tuvieron una etapa que sub alquilaron el comedor en el año 80. En el 2009 mi hijo mayor que trabajaba en gastronomía decidió abrir el restaurant al público. Pero ta, los jóvenes son muy ansiosos y quería que en el año funcionaba y viste que eso lleva un tiempo.”



Hoy el servicio de habitación incluye un rico desayuno casero preparado por Ana, quien además de cocinar riquísimas tortas de banana y trufas de chocolate y coco, está atenta al trabajo administrativo de las reservas para que cada huésped pueda tener una buena estadía. Miguel hace la logística interna de compra y recibe a los viajeros que llegan de madrugada. El matrimonio se complementa cada uno ejerciendo sus roles para generar la mejor atención para sus clientes y amigos. La entrega es total: “Al ser familiar nosotros estamos prácticamente las 24 hs –explica Ana. Si bien cerrás, pero te tocan timbre, o si necesitan algo; hay gente que llega de madrugada o que se va temprano.” Ambos pueden guiarte por los puntos turísticos que sin falta hay que recorrer en esta ciudad, tales como el Cerro del Toro, El Castillo de Piria, la Fuente de Venus, el Cerro San Antonio y el Cerro Pan de Azúcar, con una cruz de 30 metros de altura y la edificación hotelera de mayor importancia en Sudamérica en los tiempos de su construcción en 1930, el Argentino Hotel. Aquí en el Hotel La Cumbre precio y confortabilidad dan una ecuación positiva altamente recomendada. Sin embargo es la hospitalidad de sus dueños lo que crea una atmósfera familiar de tranquilidad y descanso.




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