Hostel Guantanamera, casa de amigos en Praia do Rosa
- Fotos & Textos MAREAVIVA
- 30 ene 2016
- 6 Min. de lectura
Llegar a Guantanamera Hostel es una experiencia en sí misma, sobretodo si es la primera vez aquí en Praia do Rosa. En nuestro caso fueron Fran (uno de los dueños junto con Flor) y Chelo los que nos encontraron en la terminal de bus de Araçatuba (a 75 km de Florianópolis) luego de transitar las seis horas que la separan de la rodoviaria de Portoalegre. Nos trajeron a un paraíso dentro del paraíso que es Rosa. En el camino desde la ruta hasta Guantanamera pasamos por la Laguna del medio (Lagoa do Meio) que es la parte central de la Laguna de Ibiraqueira, un enorme espejo de agua cerquita del mar. Si se va al hostel desde la playa y/o desde el Centrinho (centro comercial del pueblo), se llega subiendo por la Estrada do Ibiraqueira y recorriendo aproximadamente dos kilómetros y por último doblando a la izquierda unos cien metros más.

Guantanamera Hotel está ubicado en el valle y es desde el jardín que también se tiene vista a los morros de enfrente. Dentro del jardín está esta hermosa casa de dos plantas. Un espacioso salón común nos recibe con sillones y hamacas; también una larguísima mesa de madera donde se comparten desayunos y comidas; la barra/recepción y la cocina compartida. Arriba están las habitaciones: tres habitaciones compartidas con camas cuchetas y dos con cama matrimonial (o de casal, según idioma brasilero). En total: capacidad para veinte personas y, además, en el amplio jardín hay espacio para algunas carpas. Dos baños completos y dos sanitarios están a disposición para darse suaves y reconfortantes baños después de un día de playa. La música está disponible para que cualquiera haga de dj, igual que algunos instrumentos y libros.
Guantanamera arrancó hace dos temporadas de la mano de Fran y Flor, amigos uruguayos que combinan temporadas de verano en Praia do Rosa con inviernos en la ciudad de Montevideo. Para ambos, y todos los amigos que están aquí, los que pasan, van y viene, estar aquí es gozar. Entre granola y frutas de desayuno de año nuevo Fran nos cuenta que siempre soñó con vivir en una playa paradisíaca como esta pero trabajando de cualquier cosa, no se imaginó que la ecuación de felicidad podía ser tan perfecta.

Flor nos cuenta: “empezó como una idea entre amigos con ganas de viajar, de moverse, de conocer gente y de generar un lugar de encuentro. Yo soy psicóloga, Francisco estudia comunicación y ninguno de los dos nos dedicamos ni al turismo ni a la hotelería, pero ta, nos juntamos y surgió muy espontáneo. Me recibí y me vine de viaje, pensaba hacer un viaje de un mes y llegue aca a Praia do Rosa y tuve un problema con un dinero y me tuve que quedar a trabajar en un hostel con amigos que conocí ahí en el momento pero que después nos hicimos muy amigos. Estuve 20 días con una amiga y quedamos con la idea y con las ganas. Seguimos viajando y fue amor a primera vista con Rosa, pero también pensaba que era porque era la primera playa que había conocido de Brasil así exuberante, con morro, verde y natural. Y después cuando termine de viajar volví para acá y confirmé que estaba enamorada de Praia do Rosa. Y cuando llegue a Uruguay el mismo día invité a una reunión de bienvenida y nos encontramos con Fran y él me dijo que también tenía ganas de venirse a Brasil. O sea que desde el primer día que llegué surgió la idea. Después comenzamos a falar con gente y logramos alquilar un lugar que no dio certo y tuvimos que venir a las corridas en agosto a alquilar un lugar que en un primer momento era un galpón lleno de cosas y que era muy difícil encontrarle la forma. Pero lo que más me atrapó era que el espacio era muy grande, la luz el aire… todo está constantemente fluyendo acá. Después vinieron amigos y lo empezamos a transformar y fue un trabajo de hormiga con mucho amor y con lo que había hicimos lo mejor posible y también empezando a usar la creatividad que era un desafío constante porque había que generar ideas donde no las había. Así que nos transformábamos en decoradores, en pedreros (albañiles)… y se formó un lindo grupo en la primer temporada. Pasó mucha gente, estábamos re inexpertos”, cuenta Flor sobre cómo comenzó todo.

El Guanta es el nexo perfecto necesario para empezar a entender Brasil de a poco. Siendo una de las primeras playas brasileras cercanas tanto a Uruguay como a Argentina, Rosa y este estado del sur tienen aún mucho parecido con sus pueblos limítrofes: nosotros los argentos y los uruguayos. En ese goce de estar en Brasil es que como el lenguaje se mixtura con palabras en español y portugués para la comunicación cotidiana y también otras tantas que surgen en portugués cuando algún brasilero se acerca. Charlas que construyen nuevos amigos que devienen en caminatas por las trilhas, en ir a la laguna, en unos mates. “Estoy muy feliz con las elecciones, también las elecciones así drásticas que te hacen moverte a salir de la zona de confort. Vivir en el momento, tomarse enserio el disfrute. Las personas que vienen lo viven de esa manera, promoviendo el disfrute, el descanso, el encuentro con un libro con una persona con una comida. El espacio en sí solo no es nada: un hostel se construye a partir de la energía que pone cada uno y de cómo lo habita cada uno y eso se ve porque las personas lo van transformando. Te pintan una pared, te hacen un cuadro, y no solamente lo material sino la energía misma.” A Flor no hizo falta preguntarle si era feliz. “Que sea verano y la energía misma de Praia parece que no hay tiempo. Es todo tan intenso, la gente se queda 4 días pero en realidad generás un vínculo que va mucho más allá del tiempo real que compartiste. Y las personas quedan presentes”

El hostel está abierto durante la temporada de verano hasta semana santa y aunque Flor adora Rosa y Guanta no tiene en sus planes mudarse para acá. “Más que quedarme en un lugar me gusta el movimiento. Me parece que moverse también es crecer; no quiere decir que quedarse en un lugar no sea crecer ni que siempre que te movés estás creciendo, el crecimiento va en uno. Moverse de un lugar y salir de determinadas zonas comunes, cómodas o mismo enfrentarte a experiencias nuevas. Por eso creo que no me quedaría en un lugar, tampoco me quedaría solo en Uruguay y amo Uruguay. El movimiento te hace valorar cuando llegás, te hace valorar las personas, el lugar, todo.”

La particularidad de este lugar es que funciona como una casa de amigos. Están en Booking y en Facebook pero la mayoría de sus huéspedes vienen tras las voces que dicen que dicen en “Praia do Rosa hay un hostel de unos uruguayos que está re bueno…” Muchos de los que llegan ya son amigos y es casi seguro que los que no lo son aún lo sean luego de una estadía en este remanso hispanohablante del sur de Brasil. Flor relata: “Este año se viene adecuando mucho a nuestra idea: que se den encuentros de personas que quizás no se conozcan y encuentren los puntos en común. Y te despertás de mañana y tenés una cantidad de amigos que están viviendo contigo. Esa es la sensación. Y las personas que llegan confluyen y comulgan con eso. Y eso es Guantanamera Hostel: un lugar que es construido por las personas. Cada vez que se va alguien se me parte el corazón. Me apego pila a las personas, estamos todos conviviendo acá. Ha pasado en estos días que ha llegado gente que dos personas le ha recomendado el hostel. Eso es lo que te dice bueno ta, estoy yendo por buen camino. No es solamente algo que a mí me encanta y yo lo disfruto. Een realidad a mí me encanta y lo disfruto y siento que es el lugar en que tengo que estar en este momento, y que otra persona también te devuelva eso te va expandiendo un poquito más.”

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