Parque del Plata: Casi el mar

El arroyo vecino hace una curva y deja ver al fondo una playita de arenas bien blancas. Lo bordeamos hasta la unión de sus aguas con un Río de La Plata de algunos tonos más claros que en la ciudad. Un banco de arena clara y lunar separa las olas de río abierto y las del arroyo, mientras que de fondo hay dunas con árboles y plantas rastreras.

Me viene un sentimiento de paz en este paisaje despojado de gente, con el sol encandilando en reflejos en el agua. Vemos las primeras tablas de surf en estas playas amplias de una temporada de verano que no comenzó.

La postal de la playa se asemeja bastante a una argentina, impresión reforzada por el viento y al caminar por las calles del pueblo. La mayoría de las casas son cuadradas y de estilo americano (como la casa de mamá en Temperley) y tienen grandes porciones de pasto bien cortado adornados con flores de muchos colores.

Y hablando de infancia Parque del Plata es eso: un recuerdo que queda como vacaciones en familia y que hoy, al volver -y como muchos recuerdos- se guardan mejor en la memoria que en el lugar vivo. Los paisajes son, para mí, de un lugar desconocido.

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