La Cumbrecita, un cuento de bosques y montañas
- Texto & Foto MAREAVIVA
- 23 oct 2015
- 4 Min. de lectura

Susurran las voces que existe un pueblito de casas alpinas con sus salamandras humeantes escondido entre los bosques de pinos donde las ardillas juegan, atravesado por senderos y escaleras de piedra. Dicen también que el agua de ríos y arroyos es cristalina y de buen sabor., que el aire es aire. Paso a paso la banda sonora natural interpreta su concierto: el agua fluyendo tiene notas, la vegetación suena con la brisa y cada especie de pájaros ensambla su cantar. Dicen que dicen que este lugar existe y que está al pie de las Sierras Grandes de Córdoba, en el Valle de Calamuchita, y que con una altura de 1450 msnm es el más alto de la provincia. En voz baja lo nombran como La Cumbrecita, un paraje de arquitectura centroeuropea donde la vegetación importada del viejo continente logra diferenciarse del paisaje serrano y asemejarse a los lugares de origen de los pioneros.Está abrazada por el Río del Medio, los arroyos Almbach y Wildbach, haciendo privilegiados a sus casi mil habitantes. 36 kilómetros la separan de Villa General Belgrano, la ciudad más próxima que cuenta con 10 mil habitantes y 130 km. de la capital cordobesa.
Es al final del asfalto donde comienza la magia de este cuento. Un camino sinuoso rodeado de vegetación autóctona desciende hacia el emblemático puente que cruza el río comunicando al casco histórico con el resto del pueblo. Los vehículos descansan en el estacionamiento rentado que tiene lugar para más de dos mil automóviles: bienvenidos al primer pueblo peatonal de la Argentina.
Qué hacer en Cumbrecita
Al ser nombrada Reserva Natural de Usos Múltiples ha aumentado su afluente turístico recibiendo 360.000 visitantes cada año, lo que la convierte en uno de los puntos más visitados de la Argentina. La propuesta gastronómica combina la cocina centroeuropea, de platos típicos como el goulash con spaetzle y las salchichas alemanas, con la criolla con platos como el cordero y el chivito al asador. Como buen descendiente de alemanes al pueblo no puede faltarle la cerveza artesanal de montaña. Para los dulceros: el chocolate artesanal, el dulce casero de zarzamora y el strudel de manzana son los más recomendados.
Una característica interesante es dentro del casco histórico todas las casas de los pioneros europeos fueron bautizadas con diferentes nombres. Una de ellas es Carpe Diem, una construcción de piedra que en las primeras épocas sirvió de acopio de víveres. A medida que se recorre el pueblo nos encontramos con esculturas talladas a partir de árboles caídos en el temporal de viento y lluvia que azotó al paraje en la primavera de 2012.
Dando una vuelta por el pueblo uno de los primeros atractivos que vemos es la Capilla, una construcción austera de arquitectura alpina hecha en 1967 que está abierta a todos las religiones. En su interior se encuentra la Figura de María y El Niño que fue especialmente realizada en la Escuela de Ebanistería de Oberammergan (Baviera-Alemania) para esta capilla. En sus cercanías se puede ver el Castillo, otra construcción de antaño realizada íntegramente en piedra por Erwing Müller, uno de los primeros habitantes, y el lugareño Don Rito Merlo a principios de la década del 40. Su particularidad es que tiene símbolos y escudos grabados en sus paredes; sin embargo solo se lo puede apreciar desde el portón de entrada, a unos veinte metros de distancia, porque la propiedad es privada y no permiten el acceso público.
Sendero arriba comienzan los circuitos turísticos con diferentes dificultades y lejanías. El Lago de las Truchas y La Olla son de las caminatas de más fácil acceso, ideales para el turismo familiar por su cercanía y belleza disfrutable en una tarde de picnic entre mates y criollitos. La cascada es uno de los puntos más conocidos: un salto de agua que proviene del arroyo Almbach, con 14 metros de altura que cae en una olla de 7 metros de profundidad.
El ascenso al Cerro Wank es una caminata de 50 minutos que se inicia en un sendero en la tradicional confitería Liesbeth, propiedad de la ama de llaves de la familia Cabjolsky. La cima de 1715 msnm ofrece una vista panorámica del pueblo y del Valle, con las Sierras Chicas, el Dique Los Molinos, Embalse Río Tercero y Yacanto en su horizonte este. El Vallecito de Abedul y La Cascada Escondida es una caminata intensa de 5 horas que es necesario acceder con guía ya que los caminos no están señaizados y un repentino cambio climático puede desorientar a cualquier persona que no conozca el lugar.
Historia del pueblo
La Cumbrecita fue fundada a mediados del año 1934 por los Cabjolsky, una familia de origen alemán.
La visita de conocidos de la familia forzó a la construcción destinada a casa de veraneo a que comenzara a funcionar como una pequeña hostería. Algunos de los visitantes, atraídos por la belleza de la zona fueron convirtiéndose en los primeros habitantes aunque antes de que esas tierras pasen a manos de la familia ya existían algunos pobladores. Fue la necesidad de mano de obra lo que motivo a varios pobladores de las sierras acerce a contruir lo que hoy conoceos como la cumbrecita. Con el correr de los años el pueblo fue abriéndose a un turismo masivo.
La Cumbrecita es el lugar elegido por artistas de diferentes disciplinas que encuentran en el paraje una fuente de inspiración para sus creaciones, tales como tallas en madera, cerámica, pintura, escritura y luthería. En los últimos años un grupo de jóvenes artistas realizaron una serie de eventos culturales, como festival de cine independiente, festival de teatro, muestra de fotografía al aire libre y proyecciones cinematogrficas, en la actualidad se siguen organizando actividades culturales autogestionadas por sus pobladores. No podemos dejar de nombrar a Lila Cutural: una casa soñada por su dueño Ricardo Hart y ayudado por su amigo Raul Sors quienes dieron inicio a esta contrucción para su familia y con los años fue destinada a actividades culturales. Tuvo su auge en la decada del 90 funcionando como albergue y centro cultural; hoy en dia sin apoyo y con trabas por parte de los dirigentes comunales se siguen gestionando actividades culturales.
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